Crítica: ¡Nop!

Un cuento de otro mundo, un recuento de la inclusividad en el audiovisual, un western hitchcockiano, un pack de fantasía y suspensos largos. ¡Nop! tiene varias aristas, y Jordan Peele se siente cómodo allí… ¿Y el espectador?

La mezcla de géneros es fluida en esta aventura donde Daniel Kaluuya (Judas y el mesías negro, ¡Huye!) hace de vaquero amargado, y Keke Palmer (Alice, Estafadoras de Wall Street,), de chica arrojada. Ambos están en ese oeste con aroma a tierra extraña, solo interrumpida por los muñecos inflables de un hipermercado (muñecos que, más tarde, serán un bello recurso) y una atracción turística al estilo de los pueblos del siglo XIX. El contexto está bien servido.

El elenco que rodea a los protagonistas añade esas capas de metáforas con las que al director le gusta bromear: por ejemplo, la afroamericana que se burla de los negros y el asiático exestrella de una sitcom noventera cuyo fin se debió a un hecho más que trágico. Luego, está la semiparábola de Hollywood, que aparece como criadero de caballos (crítica hacia el modo de producción actual) y con realizadores agotados de perseguir ciertos sueños.

De nuevo: Peele se siente cómodo, pero eso no significa que su foco salga indemne. En esta amalgama, hay trazas de cliché y otras de revelaciones que no se deciden entre el rumbo de Hitchcock o el de Spielberg. Y hay otras, las más firmes, que igualmente nos traen una crítica social (pasaje de la Biblia incluido) desvanecida.

La historia de Ricky ‘Jupe’ Park (Steve Yeun) -y de ese zapato que misteriosamente se sostiene de punta (marca del suspenso de Peele que, igual, no termina de cuajar)- nos dice que es la muerte de las comedias de antes, que es inevitable destrozarlas tal y como el chimpancé “Gordy” destroza a sus compañeros de elenco… a excepción del niño asiático Park. No más inclusión forzada para hacer de aquellos personajes un espectáculo de zoológico que aplica tanto para animales como para humanos… y OVNIS.

¿Exagerado? Un poco, pero sigamos. El director tiene un punto que vuelve a encarnar en los hermanos Haywood: todo puede ser transformado en un espectáculo morboso. Por eso, su mención constante al histórico talk show de Oprah.

Pero, cuando Peele intenta trastocar el esquema con una idea francamente original, su visión se torna inconclusa y hasta contradictoria, como si quisiera calmar las aguas para no ser parte de la cultura de la cancelación, o irse hacia la acción pura y dura. En resumen: no va a fondo.

No se puede negar su inspiración: la combinación de elementos desconectados en la vida cotidiana genera estéticas extravagantes como intensas. Los ambientes de Peele son como jaulas, y su instinto le dicta dónde ubicar la cámara para que el suspenso se eleve.

Regresemos al título. ¡Nop! proviene de “nope”, negación rotunda -e irónica– que salió del inglés y surca la internet como meme. Peele toma ese meme, lo resignifica y lo transforma en más de dos horas de su personalidad, algo muy distinto de dos horas sólidas. Aun así, es difícil ignorar su versión del fenómeno OVNI, su viveza a la hora de jugar con la inclusión étnica y una cinematografía que, por momentos, nos pone de nuevo en aquellos films cósmicos de los 70 y 80.