Netflix estrena Garra, dinámico film deportivo protagonizado por Adam Sandler y coproducido por LeBron James. Al igual que en propuestas como Uncut Gems (2019), el famoso comediante sale de su zona de confort. Y lo hace con solvencia.
Si bien la cinta posee momentos humorísticos, es, en esencia, un drama centrado en Stanley Sugerman (Sandler), cazatalentos perteneciente a los Philadelphia 76rs, franquicia de la NBA.
Abocado a su trabajo de modo detallista y estudioso, el hombre pasa sus días de hotel en hotel alrededor del mundo. Por ello, no cuenta con demasiado tiempo para su esposa -interpretada con frescura por Queen Latifah (Hollywood, Taxi, Chicago)- ni para su hija adolescente.
No obstante, un par de hechos cambiarán su rutina. El primero tiene que ver de forma directa con la franquicia, un suceso inesperado que modificará de lleno las decisiones dentro del equipo. Es allí que entra en juego el personaje antagónico de la trama, Vince Merrick, llevado a cabo por el siempre pragmático Ben Foster (Sin rastro, El tren de las 3:10 a Yuma).
La otra cuestión, central, es cuando el protagonista descubre en Madrid a Bo Cruz, un espectacular basquetbolista callejero amateur. Sugerman queda impactado por el talento del español y hará hasta lo imposible por llevarlo a las grandes ligas, sin importar las consecuencias.
Es en la divertida relación entre Stanley y Bo que se nota el punto fuerte de la película: las actuaciones. El director del largometraje, Jeremiah Zagar, hizo una excelente tarea al momento de trabajar con cada interprete. En especial porque algunos de los que aparecen en pantalla, incluido quien hace de Cruz, no son actores profesionales, sino deportistas.
Quien se pone en la piel de este enigmático jugador es Juancho Hernangómez, actual ala-pivot de Utah Jazz e integrante de la selección de su país. Además, su rival deportivo en la ficción, un personaje llamado Kermit Wiltz, es en la vida real nada menos que Anthony Edwards, uno de los jóvenes con mejor presente y futuro de la principal liga del mundo. Sin el protagonismo de estos dos, pero aportando color, aparecen estrellas como Luka Doncic y Dirk Nowitzki.
No se trata de una propuesta cargada de originalidad, pero sí de calidad, que cumple con lo que promete. La idea de mostrar cómo un deportista, criado en un sector humilde, pelea por llegar al estrellato se vio varias veces en el cine. No obstante, en Garra se muestran aristas menos exploradas. Dos de ellas son el impacto e influencia de las redes sociales para el despegue de una carrera, y la importancia de la fortaleza mental para alcanzar los objetivos.
Entre los ítems no tan sólidos, vale mencionar que la subtrama del lazo de Sugerman con su hija no está del todo resuelta. Mientras que el cierre del eje principal se da de manera desprolija y apurada.
Más allá de estas cuestiones, Garra consigue lo que busca a base de una dirección correcta, muy buenas actuaciones, y la vigente frescura de la NBA.
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