Las mejores películas funcionan cuando su género no es el asunto central. Sam Raimi entiende eso y lo intenta aplicar en una Doctor Strange en el multiverso de la locura que elimina los clichés de Marvel para reemplazarlos con su concepto de cine.
Raimi no se guarda nada para materializar la locura en la que se insertan Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) , Wanda Maximoff/Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) y América Chávez (Xochitl Gomez). Sí, aquí ya tenemos una tríada de representaciones: América = Estados Unidos = multiverso. Y hay más.
Strange navega entre guiños al “salvataje” de América, la serie What if…? e, incluso, Rick & Morty. De hecho, Michael Waldron, productor de aquella serie, es el guionista aquí. Y se nota: las posibilidades infinitas del multiverso están recubiertas por una capa de bellos disparates a la cual Raimi aporta un trabajo tangible.
Con la ayuda del director de fotografía John Mathieson (Logan, Gladiador), entramos continuamente a ese juego que nos recuerda a la trilogía original de Spider-Man, a ciertos aspectos de la saga de El despertar del diablo (cameo de Bruce Campbell incluido) y a la intensa Arrástrame al infierno (2009). Pero, sobre todo, nos trae una dosis del drama paralelo que Marvel pierde en muchas de sus producciones. Uno que, justamente, hizo al hombre araña de Raimi un clásico por cuenta propia.
La absurdidad se combina con ese plano familiar que viaja una y otra vez al ojo de los personajes, o con esos enfoques aberrantes que nos encierran junto a la amenaza próxima. En este caso, Raimi usa a la Bruja Escarlata como gran protagonista y perseguidora infatigable; y al “libro de Vishanti”, como McGuffin a lo Indiana Jones. Son dos apuestas que se alejan de la convencionalidad efectista de Marvel para irse a una locura enérgica, divertida, conflictiva… e imprevisible.
Aunque los conceptos de maternidad de Wanda, la búsqueda del control de las cirscunstancias y la dualidad del ser humano se imbrican bien, las aristas del terror, la mirada de autor y las referencias a los X-Men y Los cuatro fantásticos (y otros comics) convierten al multiverso de Strange en una mezcla narrativamente incómoda.
Pero Raimi consigue transgredir el estándar industrial para hacernos revivir algunas de sus facetas y, de paso, hacernos entender por qué no hay nada como el ojo del realizador. Sí, ese ojo al que su cámara apunta una y otra vez.
2 Comentarios. Leave new
Sí, cada vez que aparece el sello del director es algo que se agradece.
Ahora.me voy a revistas Arrastrame al infierno ¡Qué belleza de peli!
Sí, imperdible!