El padre de las hermanas Williams es el eje de Rey Richard: Una familia ganadora, donde los efectos deportivos quedan de lado para centrarse en el aspecto macro de una vida dedicada a un objetivo. Will Smith (Hombres de negro, Aladdín) encarna a Richard Williams, figura que apostó todo a dos de sus hijas desde antes que nacieran.
El truco de la película comandada por Reinaldo Marcus Green (Good Joe Bell, Monsters and Men) está en tres partes: pone a Smith a copiar las caminatas y los gestos de “King” Williams, estampa su meta en cada escena y no permite que otros personajes interrumpan esa fórmula.
Pero, claro, hay más: Smith vuelve a dar muestras del dramatismo que supo exhibir en Siete almas (2008), La verdad oculta (2015) y En busca de la felicidad (2006), entre otras (en El príncipe del rap u Hombres de negro tampoco faltaban sus momentos). Aquí lo hace para dar una lección honesta, con aires resabidos, pero sin pasarse.
Su energía no pierde terreno y la comparte muy bien con Demi Singleton y Saniyya Sidney (Serena y Venus, respectivamente, tanto de niñas como de adolescentes), Aunjanue Ellis (Lovecraft Country, Ray) y Jon Bernthal (Contra lo imposible, The Walking Dead). El tenis fluye, las enseñanzas también.
Lo curioso -y lo bueno- es que nuestra mente va de inmediato hacia la lucha de la población afroamericana o a otra lección moral de “black lives matter”, pero la película mantiene esa cuestión al margen y la deja gotear. Lo que importa es Smith ejerciendo una autoridad que combina ternura e ingenuidad con vehemencia, y que encuentra obstáculos en los entrenadores, los mánagers, sus hijas y su esposa.
No hay escenas totalmente redondas hasta el final pero, cada vez que el sentimentalismo amaga con cerrar un capítulo, alguien lo aparta. Además, en otro truco que añade un juego de espejos sobre la moda de los 90, Williams cambia el buzo de coach en cada etapa y los colores del ambiente hacen lo propio.
En una entrevista, Marcus Green afirmó: “El cine es una oportunidad para cambiar nuestro destino”. Los créditos con los videos de Serena y Venus reafirman la declaración. El grito de Smith sobre querer alejar de la calle a sus hijas (esa calle californiana llena de drogas y violencia), también. Más allá de aquellos pasajes que aparentan ser un par de los diez mandamientos, el director es fiel a su creación.
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Excelente.