Días perfectos: los mundos del mundo

Un limpiador de baños en el ojo de Win Wenders

Título original: Perfect days

Año: 2023

País: Japón, Alemania

Dirección: Wim Wenders

Guion: Wim Wenders, Takuma Takasaki

Protagonistas: Koji Yakusho, Tokio Emoto, Arisa Nakano

Fotografía: Franz Lustig

Producción: Master Mind, Wenders Image, The Match Factory (distribución)

Duración: 2 horas y 3 minutos

Un hombre de Tokio se levanta, guarda su colchoneta, se afeita, recoge sus cosas y unas monedas, sale de la casa, mira el cielo y suspira con satisfacción. Así arrancan todas las mañanas de Días perfectos (Perfect days), una producción donde Win Wenders (Las alas del deseo; París, Texas) impone sencillez pero, sobre todo, una capa sutil de apreciación al valor del ser humano.

Hirayama (Koji Yakusho) escucha rock y pop de su coleccción de cassettes en casi todos sus viajes. Pero es ese rock de los 60, 70 y 80 que, más que indicar rebeldía, favorece la reflexión. Y es que este limpiador de baños públicos lee Faulkner a la noche, se interna en las tradicionales casas de baños japoneses por las tardes y saca fotos de las copas de los árboles con una cámara analógica.

¿Pretenciosidad? Todo lo contrario: Wenders revaloriza el respeto y la voluntad de las personas para decidir vivir en sus propios mundos (y disfrutarlos). El -justamente- perfeccionismo del conserje para dejar los baños impecables brilla con luz propia.

Nos alejamos de la idea genérica de una persona que odia su labor cotidiana. Luego, su mirada se posa en el viento en las hojas y las sombras que aquellas proyectan en una pared cualquiera. Y juega un tatetí con alguien que le dejó la movida inicial en un papel.

Hay perfección tangible y fugaz. Hay, verdaderamente, otros mundos dentro de éste, como el mismo protagonista señala. Clave: el conserje solo habla con otros cuando lo cree necesario.

Días perfectos también nos pasea entre conflictos mínimos donde la acción se adivina fácilmente. El torpe joven que lo ayudaba renuncia, la visita de su sobrina y su hermana empiezan y finalizan sin cambios (otorgan, no obstante, emotividad y frases reveladoras). Solo al final tenemos algo más jugoso relacionado con un pasado que, de alguna forma, llevó a Hirayama a elegir este presente.

En este marco, Tokio no es una ciudad intensa, sino un pueblo. Así que el mundo del siempre agradable Hirayama no choca con el de nadie. Los sencillos, los extraños y los locos reconocen a Hirayama, y él a ellos. Además, no presenta ni una gota de sufrimiento ni arrepentimiento. Es que podrá tener uno de los trabajos menos deseados, pero es uno que eligió y que le deja toda la tarde libre. Hasta la autopista está despejada.

Koji Yakusho y Arisa Nakano en Días perfectos.

Lo mejor de Días perfectos es que no juzga el quehacer de los demás ni romantiza el conformismo o la soledad (por algo, la esperanza de amor ronda los últimos minutos). Wenders simplemente nos pone frente a un suceso que, como demuestra la hermana de Hirayama, es difícil de aceptar para un mundo hiperconectado y que parece malgastar su tiempo. Por eso, también, la bicicleta que usa Hirayama es la única que vemos.

Feeling good, de Nina Simone, suena en la casetera del auto. El hombre se emociona. El sol está saliendo. Su mundo todavía le pertenece.

Lo mejor: El concepto del mundo propio por elección.

Lo peor: Las transiciones y repetición de pasajes.

Brinda: Esperanza y reflexión

Nuestra calificación:
Calificación de los lectores:
Seleccioná una estrella para votar

Y a vos, ¿qué te pareció? ¡Dejanos tu comentario!

¡Dejanos tu comentario!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Fill out this field
Fill out this field
Ingresá una dirección de correo válida.
You need to agree with the terms to proceed