Crítica: Los Caballeros

Título original: The Gentlemen

Año: 2019

País: Estados Unidos-Reino Unido

Género: Thriller

Dirección: Guy Ritchie

Guion: Guy Ritchie

Protagonistas: Matthew McConaughey, Hugh Grant, Colin Farrell, Michelle Dockery, Charlie Hunnam

Fotografía: Alan Stewart

Música: Christopher Benstead

Producción: Miramax, STX Entertainment

Duración: 1 hora y 53 minutos

En Los Caballeros, el narcotráfico está por todas partes: son los disparos en un típico bar de un pueblo inglés, la prueba de productos en un garaje de autos de alta gama y las ventas secretas en prestigiosas universidades. O, al menos, es así en este nuevo film de Guy Ritchie, quien se aleja del imaginario popular de lo que es un narcotraficante -y su asociación con el tercer mundo- para proponer a Inglaterra, Estados Unidos y China como bases de operaciones.

Los protagonistas no se meten en el barro que producen (al menos, no cuando ya tienen conformado su imperio), sino que se reúnen en cenas de gala, comparten beneficios con lores británicos y hasta hablan en los palcos de la cancha del Arsenal.

El periodismo está más que inserto en Los caballeros, pero el mundo de la ilegalidad -siempre colectivo- está un paso adelante y se regenera cuando parece cercano a la derrota. Así, bajo la aparente desprolija edición, musicalización y situaciones que están al borde de lo verosímil (marca del director), el conflicto no es entre el control y el delito, sino entre el delito “meritocrático” y el que quiere ascender sin esfuerzo ni honor.

Un dato más: no hay actor que sea trivial en estos engranajes. Matthew McConaughey es un verdadero “león” de este inframundo devenido mundo cotidiano, Charlie Hunnam es el segundo al mando que es fiel a toda costa, Michelle Dockery se convierte en la esposa que está más segura de sí misma de lo que muchos creen, y Colin Farrell es el teatral entrenador de boxeo que se ve involucrado en este irrefrenable rock ‘n’ roll con referencias a El mercader de Venecia, El padrino, los relatos enmarcados y el propio cine de gangsters. Párrafo aparte para Hugh Grant y su inefable periodista mercenario.

Por momentos, las pretensiones narrativas de Ritchie escapan de su control. La conclusión tampoco es redonda. Pero, al final, los elementos hallan su lugar en este mundo elegantemente cínico.

Lo mejor: la construcción del submundo.

Lo peor: la exageración y desconexión de ciertos pasajes.

Brinda: Reflexión

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