Crítica: Enola Holmes

Por Emilio Gola

“A veces hay que hacer ruido para que te oigan”. ¿Cuán actual es esta frase? Totalmente moderna… y trivial. No obstante, es un elemento que ronda los lugares reales y virtuales de las nuevas generaciones, como frases que acechan constantemente en internet o en las cadenas de motivación que también existían hace más de 20 años.

 

Por eso, Enola Holmes, estreno de Netflix basado en la saga creada por Nancy Springer en 2006, elige subirse a ese tren, adosarle dosis de la primera oleada del feminismo y ponerlo en marcha cada cierto tiempo, a la vez que tira de la luminosidad de sus talentos para convencernos de su mensaje final.

Todo comienza a una velocidad que, de paso, toma elementos de Guy Ritchie y Wes Anderson. Uno, referente en el dinamismo audiovisual y director de la última saga fílmica de Sherlock Holmes; el otro, exquisito compositor de las escenografías. En Enola Holmes, sus marcas se ven en recursos que pretenden ubicar al espectador dentro de un libro de ilustraciones (demasiado intermitente), y en ese ritmo insaciable que nos arroja la historia de la joven protagonista representada por Millie Bobby Brown (Stranger Things), también productora de la película, cuyo director es Harry Bradbeer (Fleabag).

 

El objetivo de Enola: hallar a su madre desaparecida, Eudoria, rol que toma Helena Bonham Carter (Harry Potter, The King’s Speech). Su compañero de aventuras: Tewkesbury, marqués de cara bonita, interpretado por Louis Partridge (Paddington 2). Más figuras de peso: sus hermanos, Sherlock y Mycroft Holmes, a cargo de Henry Cavill (Superman) y Sam Claflin (The Hunger Games), y el inspector Lestrade (Adeel Akhtar). Y eso es un buen combo para una premisa de rasgos abiertos.

 

Pero la trama se cierra en dos posibles direcciones en el tono más naif posible: el control sobre nuestra vida (en realidad, la de las mujeres) y el control que los demás pueden ejercer sobre ella es un continuo giro discursivo donde el misterio, aunque entendible y chispeante de a ratos, se pierde entre mensajes sobre la opresión absolutamente dispersos e inerciales. Mientras, Enola intenta comunicarse con su madre, aplica artes marciales a los enemigos y trata de entender cuál es la relación de la futura reforma legislativa con el marqués que está en peligro. Un camino tan predecible como el accionar de la abuela de Tewkesbury, que no quiere que su preciosa Inglaterra cambie para siempre.

 

Por otro lado, a pesar de que Enola rompe –con agradable descaro– la cuarta pared desde el primer minuto, el guion no habla con el público, sino con el contexto histórico, como si los ingleses de hace 100 años pudieran escuchar sus retos o hacerle lugar a algunas prácticas y dichos extraños para la época.

 

Anacronismos y libertades narrativas aparte, Cavill cumple “de taquito” un rol de Sherlock tradicional; y Brown ofrece una interpretación tan sincera y empática que hace pensar, de una vez por todas, en su versatilidad (marca de los británicos, por otro lado, que la joven lleva en la sangre). Su romance con el marqués también resulta simpático, porque no es el punto central y tampoco presenta un final cliché.

 

Si completamos el panorama con los breves pasajes de la siempre brillante Bonham Carter y un elenco bien armado, entonces la película construye un corazón. Ahora bien, ¿cómo late ese órgano? Como el de una de esas películas familiares de los 80 o 90. De haberse filmado en esa época, probablemente obtendría una calificación más alta o una identificación popular. Pero resulta que, en 2020, ver este tipo de discurso, convencionalismos y frases cuasi motivacionales -que reflejan cierta idiosincrasia de las redes sociales- es poco menos que desabrido.

 

Más desabrido aún, si reparamos en algunas contradicciones: en un momento fundamental que parece sacado de otra película por su instancia (más o menos) reflexiva, la madre de Enola afirma que, a veces, hay que dejar que las cosas sigan su curso. La chica no le hace caso a este pensamiento, pero no hay ningún tipo de contraargumento posterior. Entonces, ¿desafiamos con violencia un mundo que “necesita un cambio”, o mantenemos el estatus quo? Otro ejemplo es el de la educadora que maneja uno de los primeros automóviles porque “debe estar al día”, y luego se dedica a “moldear” a las niñas de su escuela a la antigua. Contradicción irónica, tal vez, pero no encaja en ningún objetivo de la narración.

 

Por supuesto, las dos horas se pasan volando, ya que los recorridos por la campiña inglesa, las bulliciosas –e interesantes- calles de Londres de fines del siglo XIX, la paleta de colores elegida y la muy prolija dirección de fotografía acompañan más que bien el trayecto de la joven –y “futura”, como también se dice en las redes sociales- detective. Además, una variedad de recursos recrea entornos y personajes a modo de caricatura, exactamente como la que Enola hace de su estereotipado hermano Mycroft y la clásica e insufrible directora de la escuela para niñas.

 

Aun así, debemos volver al discurso del film: “todos tenemos nuestro propio camino”, se sugiere; “el futuro depende de nosotros”, repite la trama, y así va perdiendo cada vez más sutileza, una que trata de redimir con algunos destellos de la mente de Sherlock o las pícaras miradas de Brown a cámara.

 

Como otras producciones de Netflix, Enola Holmes parece haber elegido el camino fácil. La salvan sus actores, su intento de complicidad adolescente con el público (sin dudas, a Brown le sale muy bien) y una idea de “amigarse” con todo el mundo que disuelve las anteriores rebeldías. Por caso, el rol del hombre en la sociedad es otro de sus planteos, pero en extremo superficial.

 

Enola tendrá secuelas, porque el final así lo deja entrever, y sus aventuras probablemente sean disfrutables. De hecho, no está nada mal tener una cara nueva en el repertorio de detectives. Sin embargo, si pretende convertirse en el reflejo constante de una nueva sociedad, quizá sea mejor tomarla como entretenimiento pasajero y apuntar a otros ejemplos. Por caso, el episodio The abominable bride de la serie Sherlock (protagonizada por Benedict Cumberbatch) ensaya una verdadera defensa de la mujer hecha por las propias mujeres.

 

🤩 Lo mejor: la energía que destila de a ratos.
😒 Lo peor: trama predecible y mensajes inconexos.

Valoración – Correcta 🙂

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