Crítica: Cry Macho

Por Julián Haramboure

Dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, Cry Macho cuenta la historia de Mike Milo, una exestrella de rodeo que debe cumplir un objetivo: traer a Estados Unidos al hijo adolescente de un viejo conocido. El joven se encuentra en México, en un complejo entorno, bajo la tutela de una madre alcohólica. El guion está basado en la novela homónima de N. Richard Nash.

 

La intro de esta road movie no está del todo lograda, posee cortes bruscos y desprolijos, en especial en el viaje de ida del protagonista. En esos minutos iniciales, la acción se posa en la llegada de Milo (Eastwood) a la casa donde vive el chico. Es allí donde aparece Leta (Fernanda Urrejola), madre de Rafo (Eduardo Minett), el muchacho en cuestión.

La escenografía que rodea a esta enigmática mujer no es realista; sus hombres de seguridad tienen una impronta un tanto exagerada, casi con tono de parodia. Resalta la correcta performance de Urrejola; su nivel está incluso por encima de lo que el guion le marca.

 

En lo actoral, Eastwood muestra una vigencia emocionante, un carisma y una calidad que le permiten ponerse el proyecto al hombro, estando presente en prácticamente todas las escenas del film.

 

La propuesta busca nutrirse del choque generacional que existe entre Mike y Rafo, y, pese a algunas irregularidades, encuentra química entre ambos. El guion ofrece también un costado romántico cuando el veterano vaquero conoce a Marta (Natalia Traven), la amable dueña de una cantina. Esto otorga frescura y dinámica a una trama que, de no ser por ello, podría resultar un tanto vacía. La interpretación de Minnet como Rafo luce impostada en la primera parte del film, pero toma fuerza y credibilidad en las escenas clave. Por otro lado, la música acompaña de buen modo, variando entre western, country y boleros, lo que aporta una interesante cuota intercultural.

La resolución de Cry Macho es apropiada, filmada de modo acorde, y con capacidad de generar emoción en el espectador. No obstante, previo a la escena principal del largometraje, existe una secuencia en el que los héroes de la trama se libran de un adversario de una forma absurda y bizarra, que roza nuevamente la parodia.

 

Se trata, en líneas generales, de una trama previsible, pero llevada con carisma y un apropiado toque de humor. No cuenta con la profundidad de otros proyectos de Eastwood, pero resulta entretenida y agradable.

 

🤩 Lo mejor: la vigencia actoral de Eastwood.
😒 Lo peor: decisiones de la trama que se acercan innecesariamente a la parodia.

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