Seguimos la vida de Sebastián (obviamente, encarnado por Wainraich), un exitoso conductor de radio, pesimista y bastante pedante, divorciado hace poco tiempo de Pilar (buena actuación de Natalie Pérez, suelta y graciosa como siempre), con quien comparte la tenencia de sus hijos. Sebastián se encuentra en una especie de impasse: no sabe qué hacer para refrescar su programa ni para relacionarse con otras mujeres, tampoco sabe bien qué hacer con los chicos ni con sus propios padres; es un hombre de cuarenta y tantos años que se pregunta, aunque no de manera explícita, cómo sería madurar.
En términos argumentales, Casi Feliz no es más que las vivencias cotidianas del personaje principal. Lo que más atenta contra la serie, quizás, es justamente lo autorreferencial, y es que Wainraich es como Adrián Suar (quien tiene una breve aparición): ambos actúan de ellos mismos, no se puede esperar mucho más. Por fuera de eso, se plantean algunos tópicos que nunca está de más explorar: el éxito, la amistad, el divorcio. Lo más novedoso de la trama es la estrecha relación entre Sebastián y Pilar. Es raro que una ficción nos muestre separados a íntimos amigos, aunque este es justamente el hilo conductor que termina decantando en otra cosa.
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